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Después de perder mi terror tecnológico con el Facebook, me lanzo a la aventura definitiva, el plasmar mis vivencias, recuerdos y en otras ocasiones aventuras imaginarias. En este blog sin mas preámbulos, os doy a todos la bienvenida a este rincón del guerrero consciente.

domingo, 4 de noviembre de 2012

EL HOMBRE GRIS


Me miro en el espejo y veo una cara demacrada, grandes bolsas bajo unos ojos enrojecidos, inyectados en sangre. Y una barba de tres días que comienza a encanecer por el paso inexorable de los años. Pero lo que veo en el espejo no es lo peor, estoy consumido por la tristeza, una tristeza infinita y por los remordimientos angustiosos.
Repaso aquel accidente una y otra vez, rememoro las curvas todas y cada una de ellas. Y sobre todo el SMS, un mensaje en el móvil esperaba la llamada, seguramente será mi jefe, debía leer el mensaje, el móvil ¿dónde esta el puñetero móvil?, me agacho.
-Ernesto, no mires al suelo, mira a la carretera.
-Calla Gema es un segundo.
-No mira la carretera aaaahh.
Desperté en el Hospital una semana después, en una habitación gris con una televisión de monedas, y en la cama de al lado un anciano terminal, junto al cual sus familiares hacían turnos acompañándole,  yo no tenía compañía. Por que me había quedado solo..
Cuando sonó el teléfono móvil me agache para buscarlo, al moverme debí girar el volante no estoy seguro, lo que ocurrió es que mi coche invadió el carril contrario. Arrolle a una motocicleta conducida por un chaval de 25 años fallecido en el acto. En mi coche íbamos cinco personas, mis suegros, Gema mi mujer, Rosa mi hija y yo. Los cuatro murieron.
Nuestro Wolksvagen  se precipito quince metros y yo sobreviví. No se lo explican, un milagro dicen, milagro, yo creo que fue una putada, un castigo de Dios el obligarme a vivir, una macabra sanción del destino.
Hoy 23 de diciembre, hace dos meses de aquel accidente, Juzgados, Médicos, Psicólogos, mecha gente muchos papeles, ninguna solución.   Por eso hoy todo termina, puede que no me reúna con mi familia, seguramente yo iré al infierno pero me da igual, no aguanto mas esta mierda. Por eso estoy aquí bajo este árbol para ahorcarme. Aprendí por Internet a hacer un nudo de ahorcado, tiene gracia, me cuesta mantener el equilibrio sobre la bicicleta, siempre fui bastante torpe. Por eso me doy prisa ajustándome el nudo en torno al cuello.
Doy un salto y con los ojos cerrados, espero el dolor, o mi cuello crujir, el latigazo fue fuerte pero no ocurre nada. Tampoco siento asfixia, abro los ojos es dantesco, cuelgo del árbol como un jamón desde el cuello. Puede que este muerto de manera que a modo de comprobación me pellizco, siento dolor, pero que pasa me quito el cinturón y me clavo la hebilla en el brazo, dolor sangre…no no  soy un cadáver. Peso 80 kg y cuelgo del cuello ¿Cómo respiro?.
La caída al suelo fue suave,  en unos minutos conseguí serrar la cuerda con la hebilla. Parece ser que el destino o la voluntad de Dios, o quien sea,  a decidido que no debo morir todavía, debo padecer mi castigo, es la única explicación, yo no soy un superhombre ni nada de eso, tengo cuarenta años, soy gordo y comienza a caérseme el pelo, en la Universidad estudie derecho, tarde siete años en terminar la carrera, trabajo en el departamento de administración de un Hipermercado, inmortal, superhombre, chorradas, nunca hice nada digno de mención en mi vida. Nacer, estudiar, trabajar, tener familia, soy uno de tantos, solo soy un hombre gris pero no puedo morir.
Esta vez no, por primera vez en estos dos meses me siento bien, me saldré con la mía, si Dios no quiere que muera que le den, le obligare a hacerlo.
Forzare a Dios a acabar conmigo, un hombre gris, un tipo vulgar como yo va a tomar la iniciativa. Tendré el control de la situación.
El hombre gris esta atravesando la Plaza de la Reina, no hace demasiado frío pese a ser Nochebuena. La misa del gallo ya ha comenzado pero el hombre gris no llega tarde, se abra paso a buen ritmo a través de la Catedral hasta los confesionarios.
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida.
-Perdóneme Padre por que he pecado.
-Hace cuanto que no te confiesas, hijo mío.
-Jamás lo había hecho.
-Entonces, ¿Qué te trae por aquí?.
-He cometido un acto horrible.
-¿Te arrepientes de ello?.
-Debería arrepentirme, pero no puedo, en mi corazón hoy solo tengo espacio para el odio. Se lo quiero contar a Dios por que puede que el me entienda.
-El no otorga comprensión, da amor.
-El amor es la otra cara de la misma moneda que el odio, y sus amigas inseparables son, la angustia y la rabia.
-No entiendo para que has venido.
Pero el Padre Tamarit se dio cuenta que al otro lado ya no estaba nadie, el hombre gris había huido, solo permanecía en el suelo una maleta de Louis Vouiton, cuando el sacerdote la abrió, vio un casco de moto semisumergido en un liquido viscoso aún caliente.
Tras deslizar la visera, unos bellos ojos azules de mujer se clavaron en el aterrado cura desde una cabeza recién cercenada.

Fin del Capítulo I de El Hombre Gris.
En Valencia (España), a noviembre de 2012.
Ernesto.
 

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