Debo de estar
llegando, el camino ya no esta asfaltado desde hace 4 kilómetros , es una pista
forestal de baches insoportables que transcurre entre carrascales y encinares.
La tarde es perfecta, aunque me corroe la ansiedad, estoy deseando llegar a la
“Casa del Frances” y ver que hay en ese lugar, de la historia de mi familia.
Estoy seguro que mi antepasado Fernando no fue un santo, pero tampoco un
monstruo, las guerras sacan lo peor de cada uno de nosotros, el ser humano cuando esta caminando por
el filo del abismo siempre opta por sobrevivir es algo natural , aunque
tengamos que hacer cosas terribles, puntualmente las hacemos con tal de salvar
el pellejo y eso no nos convierte en monstruos sino en mas humanos, las
personas al contrario que los ordenadores o los microondas no tenemos
especificaciones técnicas, nosotros tenemos virtudes y defectos.
Miro otra vez
a ese Ave, parece una rapaz un águila o un halcón no lo se no entiendo mucho de
pájaros, me sigue desde que deje el asfalto, con su elegante planeo sobrevuela
mi coche intermitentemente. Y entonces veo una casa al final del camino, tras
pararme me bajo y la observo en la distancia, esta en el fondo de un valle en
el que acabo de entrar, a unos 500 metros encajonada entre dos montañas
cubiertas de tupido bosque, y ocupando el extremo de una amplísima finca en la
que reinan los campos de higueras
y olivos . Cuando llego a la verja de entrada ya no es posible la duda, junto a esta se yergue en el
suelo un mojón de piedra con la inscripción grabada VILLA MUÑOZ.
No se quien
cuida la finca, pero los árboles no parecen abandonados pero lo mas
sorprendente es que la casa por dentro esta en perfecto estado, estoy viviendo
un viaje en el tiempo, estantes repletos con libros de piel ediciones de los
siglos XVII y XVIII, una chimenea limpísima no parece haberse usado en muchos
años, y ni una mota de polvo en toda la villa en ninguna de sus tres plantas,
como si hoy mismo se hubiese pasado la aspiradora, aunque esto es imposible
claro, ya que tras recorrer la villa
compruebo que carece de luz y teléfono, y el agua es de pozo. Madre mía
si quiero pasar aquí algunos fines de semana tendré que hacer un montón de
cambios, también tengo que averiguar quien es el responsable del mantenimiento
de la propiedad, alguien tiene que haber desde luego, pues como digo la casa
esta inmaculada y entre los árboles tampoco asoma ni una sola mala hierba.
“en honor a los patriotas, en este lugar
asesinados el día 10 de Noviembre del 1811. Por España ; y el que quiera defenderla
honrado muera, y el que traidor la abandone no tenga quien le perdone, ni
en Tierra Santa cobijo, ni una
cruz en sus despojos, ni las manos de un buen hijo para cerrarle los ojos.”
Me da
escalofríos, esta inscripción se encuentra en una placa grabada en la pared de
la casa en su parte posterior, desde luego Fernando Muñoz murió solo como un leproso y perseguido por la locura,
en el exilio.
Ya es de
noche, no necesitaba encontrar esa
placa conmemorativa ahora, ojala hubiese sido mañana , la temperatura esta bajando y entro en la vivienda
envolviéndome una agradable sensación de calor. La chimenea esta encendida,
como es posible…… no quiero agobiarme, seguro que la encendí y no me acuerdo….
Por que trato de engañarme a mi mismo, no, yo no he encendido la
chimenea, pero no tengo que ponerme nervioso esto tiene que tener una
explicación.
Otra vez ese
águila, nuevamente a baja altura planeando frente a la casa las alas quietas
majestuosa, siento como me mira, con la luna iluminándola a su espalda creo ver
sus ojos fríos brillando en la oscuridad clavados en mí. Las águilas no
encienden chimeneas, que esta pasando, las llaves del coche están en el piso de
arriba voy a por ellas y me vuelvo a Valencia ahora mismo, tomo a modo de
antorcha un madero encendido de la chimenea, intento subir rápido por la
escalera pero sin partirme la cabeza, a pesar de eso tropiezo, la antorcha se
me resbala quemándome, que es esto, que me hizo caer, es el peldaño resbala ,
no, se mueve, cuando recupero la antorcha los veo. Centenares, miles de gusanos cubren toda la
escalera, estoy tumbado entre ellos noto la viscosidad contra mi mejilla, eso
me hizo caer, una nube de gusanos envuelve la escalera. Corro aterrorizado por
el pasillo, mientras recuerdo como toda la casa estaba limpia hace media hora,
esto no puede estar pasando, ya tengo las llaves gracias a dios y entonces en
el claroscuro proyectado por la madera encendida, veo el origen de los bichos,
un cadáver cuelga de una horca en el centro del pasillo, por dios acabo de
pasar por ahí JODER….. El instinto de supervivencia me hace abrir una puerta de
una patada, es el dormitorio por ahí no puedo huir, pero me puedo fabricar un
escudo, tras lanzar la antorcha a la cama que prende al instante, tomo la
colcha envuelta en llamas y salgo con ella abrasándome las manos, pero tengo
que pasar por donde esta el ahorcado, y solo pienso en llevar algo que me
proteja. El cadáver que pende en el pasillo me mira y mueve los brazos, lleva
puesto un uniforme Militar de época le lanzo la colcha ardiente, he bajado las
escaleras rodando creo, no lo se, me levanto del suelo con las piernas
doloridas del golpe y mis pantalones
empapados por mi orín y mis heces, la puerta de la casa esta cerrada,
ellos no quieren que huya, estoy atrapado en el incendio que se extiende.
Necesito salir, de manera que abrazado a una silla como un ariete humano embisto el ventanal atravesándolo.
Por fin estoy alejándome en mi coche,
cuando mi ventanilla se agrieta con un fuerte impacto, es ese maldito pájaro
que esta atacando el vehículo, ha intentado darme un picotazo en la cabeza
estampándose contra el cristal. Me da igual todo, atravieso la puerta de la
verja golpeándola. Y mientras huyo
miro por el retrovisor, “la Casa del Frances” esta siendo devorada por las
llamas, pero estoy vivo, jamás volveré, y jamás permitiré que nadie de mi
familia pise en el futuro esta finca maldita.
Fin del capítulo II.
En Valencia (España) a Febrero de 2012.
Ernesto.
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